SOLO POR HOY

Vive y deja vivir”. ¿Qué significa realmente este conocido lema? ¿Como podemos utilizarlo en nuestra vida cotidiana?
Podemos empezar concentrándonos en la primera palabra: “vive”. Nos dice que disfrutemos de nuestra vida plenamente, a pesar de lo que haga o deje de hacer la gente que nos rodea. Cuando enriquecemos nuestros días con actividades que nos llenan somos menos propensos a que fuerzas externas influyan negativamente en nosotros. Asimismo, es menos probable que critiquemos y juzguemos a los demás. En resumen, nuestra prioridad es sacar el máximo provecho de la vida creciendo espiritualmente.
Es claro, no obstante, que es prácticamente imposible avanzar si a cada momento nos permitimos a nosotros mismos sentirnos disgustados u ofendidos por el comportamiento y las actitudes de otras personas. Esto nos lleva a las palabras “deja vivir”. En este caso empezamos aceptando que no tenemos poder sobre los demás. Reconocemos que toda persona tiene derecho a vivir como quiera, libre de nuestras críticas, de nuestro juicio, de nuestro desprecio y de nuestro resentimiento.
Ni que decir tiene que es muy difícil cambiar totalmente nuestra actitud ante quienes nos disgustan. Para ello se requiere tiempo y disciplina, desde luego, pero es segurísimo que los resultados valdrán la pena

En un sentido muy real mis actitudes y mi comportamiento negativo me impedían vivir mi propia vida. Me pasaba tanto tiempo saliendo de desastres reales e imaginarios, que renunciaba a la libertad de disfrutar la vida tal como iba presentándose.
Vivía por encima de mis posibilidades, tanto literalmente como en sentido figurado, y abusaba de las cuestas de gastos así como de la confianza de mis jefes. La imagen que trataba de presentar a los demás era muy diferente de la forma en que me comportaba y sentía en relación conmigo mismo. Pasaba por lo menos la mitad de mí tiempo tratando de borrar mis huellas recurriendo a coartadas para salir de algún embrollo.
Hoy día de vez en cuando tiendo a no dar la importancia debida a mi abstencióny a mi serenidad. Sin embargo, siento como una avalancha de gratitud cuando pienso en aquel ayer infernal, siquiera un solo momento.
Estoy agradecido por no seguir atrapado en una red de engaños. Estoy agradecido porque puedo ser honrado y libre de tantas maneras. Estoy agradecido porque no tengo que fingir que soy otro y porque puedo vivir gozosamente mi propia y real vida

Poder ser yo mismo es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Interesante el tema de las mentiras. He sido tan mentiroso que todavía me cuesta trabajo no mentir.

Sobre todo con el tema de las batallitas. Hoy día cuando hablo con conocidos sobre las batallitas todavia se me escapa alguna historia no del todo cierta, pero es incoscientemente. Cuando ya la he empezado es cuando me doy cuenta y hago lo que yo llamo un ejercicio de sinceridad. Cuento la batalla tal y como fué, aunque no salga tan airoso como en la batallita. Pero eso me hace sentirme bien conmigo mismo, sin importarme en el que pensaran. A mi pareja le conté toda la verdad sobre estas batallas que siempre contaba, y lo conté riendome de mi propia verguenza. Es la verdad la que nos hace felices.

Gracias por recordarnos esas cosas que tenemos que cambiar.

Hola a tod@s:

La mentira, cruel palabra para los familiares de los jugadores. Toda nuestra vida anterior a descubrirse nuestra adicción era una farsa tragicómica griega. Unos días la careta sonriente, otros la triste, en otros momentos ambas superpuestas.... y mientras nuestros seres queridos no sabían quién estaba detrás ese día de ellas. Podíamos ser unos caballeros, unos amantes perfectos, unos granujas, unos maltratadores, perfectos padres, ladrones, etc. En fín, cada día repartían unos papeles distintos y ni nosotros mismos sabíamos que debíamos representar ese día.

La mentira, vana figura, palabra vacía, sombra inexistente, situación irreal, espejo ilusorio que nos ha hecho más daño a todos que el propio juego.

¿Qué decir de este vocablo, voz, término....?. Sólamente expresar mi más profundo odio hacia esa expresión. Jamás deberemos volver a utilizarla para hacer daño a nadie amado.

Un abrazo sincero.

Cuando juzgamos a los demás con frecuencia prestamos atención a las cualidades que nos desagradan en nosotros mismos. No es fácil reconocer esta verdad. Y es probable que esta sea la razón principal que nos empuja a juzgar: cuando nuestros ojos se vuelven hacia fuera podemos evitar mirarnos a nosotros mismos.
Sin embargo, si examinamos honradamente nuestros juicios –si dedicamos el tiempo necesario a pensar detenidamente en las cosas que nos parecen ofensivas en los demás-, es posible aprender mucho sobre nuestros propios defectos.
Cuando alguien parece pomposo y fanfarrón, ¿no identificamos rápidamente estas características porque nosotros hemos sido así? Si nos molestan las quejas constantes de un amigo, ¿no será probablemente porque también nosotros hemos “saltado una lagrimita” con frecuencia?
Por desgracia, puede que continuemos juzgando a los demás durante un tiempo relativamente largo, porque ese comportamiento sólo nos perjudica de forma gradual y no muy obvia. Sin embargo, se produce una erosión lenta pero segura; nos volvemos menos comprensivos, tolerantes, compasivos e inclinados a ayudar al prójimo.
Con el fin de no hacer daño a los demás y a mí mismo, ¿procuraré fijarme en cualidades que admiro... en lugar de buscar cualidades que me desagraden?