Cuando jugar ya no es divertido. (Argentina)

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Cuando jugar ya no es divertido

Diario el Atlántico (Argentina) | Marina Guzmán | 11/12/2010

En la ciudad, el Centro de Prevención y Asistencia al Juego de la Provincia brinda apoyo a más de 100 personas que padecen esta enfermedad. La familia es fundamental para superar este trastorno “lento, progresivo y letal, y tener una recuperación lenta, progresiva y vital”

Es una jornada soleada en la ciudad y el movimiento en la Peatonal San Martín es incesante: gente haciendo trámites, comprando, chicos que aprovechan el mediodía para pasear. Sin embargo, al cruzar una puerta el espacio y el tiempo parecen perder referencia con la realidad. Decenas de máquinas tragamonedas ocupan la planta baja del lugar, en el subsuelo las bolillas del bingo se cantan sin cesar. En el lugar hay cientos de almas esperanzadas en ganar y llevarse una suma de dinero a sus casas. Para muchos, estar allí es sólo una diversión, un pasatiempo, porque la vida continúa fuera de los salones. Pero para otros, su vida pasa por estar allí y por fin tener “el gran golpe de suerte” o “la gran ganancia” que les permita dar un nuevo rumbo a sus días. Las horas pasan y las ganas de jugar se acrecientan al punto que no pueden controlar sus impulsos por seguir apostando.

Cuando una persona manifiesta una obsesión por jugar y conseguir dinero para ello se vuelve una preocupación constante, se está en presencia de un trastorno llamado Ludopatía. Se considera este juego patológico como un trastorno de la personalidad respecto del control de los impulsos, con un comportamiento disfuncional en relación al juego, que afecta la vida personal del jugador, su relación familiar y profesional de manera persistente y recurrente ante la perdida de confianza en el otro.

Quienes padecen esta enfermedad aumentan progresivamente la cantidad de dinero apostado y la frecuencia con que lo hacen, además se muestran irritables e intranquilos cuando no pueden cumplir con su objetivo. Además son frecuentes las patologías asociadas como los estados depresivos.

De acuerdo con la Licenciada en Servicio Social y coordinadora del Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo de la Provincia en Mar del Plata, Julieta Vacas “el juego aparece como una manera de evadir problemas o situaciones, ya que cuando aparece algo que angustia, deprime, o no se sabe como solucionarlo las personas se van al bingo o al casino, evaden todo y allí pierden la noción de tiempo y espacio”.

“Algo pasa en la persona que hace que el juego se vuelva compulsivo. Hay algo de raíz que está pasando y lo importante es encontrar cuál es el problema”, continúo la profesional.

El Centro de Asistencia al Jugador trabaja con 100 personas por mes y se incorporan en promedio otras 10 en el mismo período. Según el último informe correspondiente al mes de octubre de 2010 el 51% de las personas que están en tratamiento son hombres y el 19% mujeres. El mayor porcentaje se da entre los 41 y 50 años (27,70%), seguido por entre 51 y 60 años (23,34%) y de 31 a 40 años (18,99%). Las personas mayores de 60 años ocupan el 15,65% del total de pacientes y luego la cantidad disminuye a partir de los 30.

Los juegos más elegidos son el tragamonedas (65%), la ruleta electrónica (12%) y la ruleta tradicional (9%). El bingo es el lugar preferido por los jugadores que asisten al Centro (73%) seguido por el casino (24,04%).
El auge del tragamonedas, las ruletas electrónicas o los bingos se vinculan, de acuerdo con la Lic. Vacas en que “el juego compulsivo tiene que ver con el estar solo. Es el jugador y la máquina, nada más”.

Además de las personas que asisten al Centro de Asistencia provincial, son muchos los que consientes del trastorno recurren a grupos de ayuda compuestos por personas que atraviesan su misma situación. En Mar del Plata, Jugadores Anónimos (JA) cumple esta función.


TRATAMIENTO Y CONTENCIÓN

“En mi juventud era un jugador social, no me molestaba sino iba a salas de juego. Sin embargo, hace casi 10 años un sobrino de visita en la ciudad me pidió que lo acompañara al casino. Él había perdido y a mi me quedaba una ficha. Antes de irme la jugué y lamentablemente en la última bola de la noche gané. De ahí en más cambié mi mentalidad y pensé: “Esta es mi salvación”. Así fue como me alejé de mi trabajo y destinando lo que tenía al juego”, relató Ariel, miembro de JA quien hace seis años dejó de jugar “solo por hoy”, porque este trastorno no tiene cura y la superación es un trabajo diario. Cada jugador tiene su propia historia, pero con denominadores comunes. Las mentiras, los engaños son una constante en aquellos que no pueden controlar las ganas de jugar y son capaces de robar, no pagar impuestos o relacionarse con prestamistas, con el único objetivo de obtener dinero para seguir apostando y con el “pensamiento mágico que van a recuperar todo lo que perdieron y salvar su economía”.

De acuerdo con Vacas “el paciente que llega por su propia cuenta al Centro asistencial es porque ya tomó conciencia de lo que le está pasando y sabe que solo no lo puede manejar. Al principio creen que lo sí lo lograrán, que conocen la dinámica, pero la realidad es que solos no pueden salir”.

También hay casos de familiares que llevan a la persona, porque “ven las mentiras, los engaños, que la plata no alcanza, que en algo se destina y lo lleva”.

El Centro de Prevención y Asistencia realiza un trabajo individual con cada jugador a través de un abordaje integral que abarca su persona y su entorno. Además una vez que el paciente logra estabilizar su adicción al juego es necesario “reestructurar conductas diarias como el uso del tiempo libre que pasaba en el casino o en el bingo”.

Jugadores Anónimos no trabaja con profesionales, sino que la ayuda y contención esta dada por los mismos jugadores que poseen más experiencia y en algunos casos llevan un tiempo prolongado de abstinencia. “Así como para otras enfermedades los médicos recetan un medicamento diario, en el caso de los jugadores la asistencia diaria al grupo es la medicina que deben tomar para poder controlar su enfermedad. Esos encuentros son el sostén que ellos tienen”, explicó Néstor, integrante Jug-Anon, el grupo de familiares y amigos de jugadores.

“Los familiares somos co-adictos a los jugadores”, continúo Néstor, porque “debemos aprender a convivir con la enfermedad y su accionar repercute también en nuestras vidas, especialmente porque está en peligro la situación económica de la familia, el dinero que ingresa a la casa y la posibilidad de que aparezcan deudas”. “Jug-Anon está para ayudarnos y para ayudarlos, para aprender a no reprochar los gastos o la irritabilidad”, sintetizó.

La ludopatía es una “enfermedad lenta, progresiva y letal, y la recuperación es lenta, progresiva y vital, por eso no tenemos que apurar los pasos”, consideró Néstor y añadió que tanto la familia como el enfermo tienen tres caminos finales posibles si la situación no es tratada a tiempo: “locura, por lo que los a hacer el juego a ellos y a nosotros lo que nos arrastra; muerte, en muchos casos se habla del suicidio y la cárcel, porque pueden cometer delitos en su afán de conseguir dinero para seguir jugando”.

El trastorno no tiene cura, solo se puede controlar el deseo de jugar. “Es una adicción y como tal las posibilidades de recaída siempre existen”, explicó la Lic. Vacas, pero la reincidencia la persona no la vive igual ya que “identifica los porqué y lo que le pasó adentro a partir de las herramientas que adquirió durante el tratamiento”.

El Centro de Asistencia, JA y Jug-Anon coinciden que superar esta enfermedad no es una tarea sencilla y en muchos casos dolorosos. “Algunos integrantes del grupo se van, porque piensan que ya lo superaron, pero al tiempo vuelven”, afirmó Ariel de JA. “Encontrar la raíz del por qué se juega es por lo general un proceso doloroso y a veces es difícil querer darse cuenta que algo está pasando. El juego es el síntoma de algo mayor y en muchos casos abandonan el tratamiento para evitar llegar al centro del conflicto”, completó Vacas.


RESOLUCIONES

El Instituto Provincial de Lotería y Casinos de la provincia de Buenos Aires dictó dos reglamentaciones por las cuales en las salas de juego se debe notificar a los asistentes sobre los riesgos de la actividad. La resolución 3384/04 dispone la obligación de colocar el cartel “Jugar es perjudicial para la salud” y la 375/07 prevé la existencia de cartel con una serie de preguntas de autoevaluación para conocer más sobre la relación con el juego junto con el número telefónico del Centro de Prevención y Asistencia.

Además existe un procedimiento de Autoexclusión, por el cual las personas solicitan que no se les permita el ingreso a la salas de juego. Este trámite se realiza en el Centro provincial. “Los controles son humanos, y a veces pueden haber errores. Pero ya implican un reconocimiento de la enfermedad. Lo recomendable es completar la planilla de autoexclusión, pero al mismo tiempo comenzar un tratamiento para superar la enfermedad”, afirmó Vacas.



El Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo en Mar del Plata está en 3 de Febrero 2405 – PA, teléfono (0223) 491-5608. También se puede llamar al 0-800-444-4000.

Jugadores Anónimos se reúne lunes, miércoles y viernes en Alvarado 2450, Consultorios Externos del Hospital Materno Infantil y martes, jueves, sábados y domingos en Ituzaingo 5050 de 20 a 22. La línea de comunicación es 15-5190332. En Ituzaingo 5050 se llevan adelante las reuniones del grupo de familiares Jug-Anon, los martes de 20 a 22. Además se puede llamar al 471-4210.

Por Marina Guzmán
mguzman@diarioelatlantico.com