Noticia: Atado al trabajo...

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El empleo.com | Amanda Rodas | 19/01/11

¿Se familiariza con las siguientes frases: “debo terminar mi trabajo no importa a qué horas”, “mi trabajo es lo primero”, “no puedo dejar las actividades para después, tiene que ser hoy”?

Muchos de los empleados que llegan a amar su empleo pierden una parte de su vida social porque consideran que el trabajo es lo primero y no hay nada que pueda cambiarlo.

Para seguir evaluándose pregúntese ¿su trabajo constituye el centro de su vida?, ¿su empleo resta importancia a todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social?, ¿es su refugio?, ¿llevar trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana es algo habitual en usted? Si es así, usted se ha hecho un esclavo de su empleo.

Esta situación define a los trabajadores que de forma gradual van perdiendo estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder en un intento por lograr el éxito.

“Es esclavo al trabajo aquella persona que literalmente ha hecho de él el centro de su vida, de manera que el trabajo ocupa un papel preponderante que resta importancia a la familia, vida social y ocio”, expresó Sandra Barillas, coordinadora del programa de Educación para la salud del Seguro Social de Atlacatl.

Según la experta, la adicción al trabajo puede aparecer en cualquier etapa y ámbito de la vida laboral, pero suele presentarse a partir de los 30 años en personas con bajos ingresos económicos que quieren aumentar la dosis de trabajo para tener más remuneración.


¿Cómo descubrirlo?

Cuando se inicia una evaluación visual en la persona es donde surgen los primeros problemas porque muchas veces el entorno de dicho individuo no percibe mal su comportamiento y no acepta que está aferrado a su labor las 24 horas.

Si a esto se le incluye trabajar más de la cuenta, incluso fines de semana o renunciando a las vacaciones, parece algo delicado y de reflexionar, ya que es hora de tomar control, explicó.

De este modo se encuentran tres grupos en base a los síntomas que presentan los colaboradores. En primer lugar los cognitivos o mentales, y las manifestaciones son ansiedad e irritabilidad, depresión, necesidad creciente de dedicarle más tiempo al trabajo, preocupación constante por el rendimiento laboral, la sensación continua de estar agobiado, de no llegar a cumplir con la agenda, sensación de vacío emocional y la infravaloración de otros tipos de actividad distintos a la laboral.

El otro grupo está relacionado con los síntomas fisiológicos: estrés, insomnio y a largo plazo hipertensión arterial y aumento de sufrir enfermedades vasculares.

El tercer grupo se refiere a los síntomas de comportamiento: la necesidad casi compulsiva de realizar listas de cosas por hacer y de anotar en la agenda hasta el más mínimo detalle, incapacidad de estar sin trabajar durante un período prolongado sin experimentar ansiedad, inquietud e irritabilidad y alejamiento de la familia y los amigos.

Por el contrario el trabajador entregado y sano es muy afiliativo, sabe delegar y transmitir entusiasmo a sus compañeros, subordinados o superiores. Además se desenvuelve perfectamente en equipo y sabe compartir responsabilidades y disfrutar de los éxitos de los demás, concluyó.