Hoy quiero recordar...

Hoy quiero recordar..., cómo pasan los años. Me parece mentira con lo enganchado que estaba y durante tantos años cómo pude salir del agujero. Quienes me conocen no daban por mí ni un mínimo de esperanza. Mi vida era un deshaucio puro y duro.
¿Quién era yo para los otros? El tonto del culo que iba derrochando dinero por las tragaperras de los bares con visitas continuas al cajero hasta que quedaba esquilmado y pidiendo continuos préstamos a los barmans. Y cuando llegaban los viernes y sábados hacerme kilómetros para jugar cartones de bingo y volver a casa maldiciendo la mala suerte y sin un chavo.
¿Quién era yo para mi familia? Un desconocido que vivía en casa, que llegaba a las horas de comer y de acostarse y a veces ni eso. Un estorbo que saqueaba, mentía más que un cosaco y sólo producía daño.
¿Quién era yo para mí? No tuve tiempo ni de reflexionar tan alto. Mis pensamientos no se podían apartar del juego y todo lo que le rodea, cómo conseguir dinero, qué mentiras inventar para salir airoso, dónde ir a probar suerte...Más de una vez deseé que me visitara la de la guadaña, pues aunque fuera duro podría suponer la solución a algo a lo que no le veía solución.

Sí, es por eso por lo que no puedo olvidar el pasado y por lo que me puedo poner en sintonía empatizadora (si esa palabra existe) con compañeros que pasan hoy por la misma o parecida situación a la que yo pasé. A veces leyendo algunos mensajes en el foro me entran ganas de decir ¡Este tío es gil......! Pero haciendo un acto de contricción me digo ¿quién soy yo para juzgar si estuve en su misma situación y con los mismos pensamientos y acciones?

Es difícil para una persona que nunca ha estado metida de lleno en el mundo del juego entender como piensa y como actúa un ludópata, pero nosotros que hemos pisado el barro no debemos caer en la trampa social de considerar al jugador como un vicioso. Sabemos los mecanismos que actúan y como se distorsiona la realidad porque lo hemos vivido y experimentado.

Hoy quiero recordar a compañeros de viaje que tuvieron muuuuucha paciencia conmigo y que sumaron bastante para que yo lograra salir de ese barro que te desliza y que nunca encuentra firme. Hoy quiero recordar de entre ellos a los que se rehabilitaron, a los que aun no lo han logrado, a los que van saliendo, a los que tiraron la toalla, a los que se dejaron su vida por el camino. De todos aprendí. Todos me sirvieron. Uno de ellos, en un momento clave me enseño a percibir "el estado democrático de la enfermedad" que consiste en preguntarse: ¿Tengo el derecho a destruirme y nada ni nadie tiene el derecho a detenerme?
Estuve reflexionando esta frase durante dos horas, iba de camino con mi coche hacia Madrid, había cobrado una importante cantidad y me disponía a fundirla en un famoso bingo. Estacioné el coche en el aparcamiento del bingo y me dispuse a pasear por las calles aledañas andando rápido y con la mente fija en esa frase. Más de quince veces pasé por la puerta del local. En una de ellas agarré el teléfono móvil e hice una llamada al compañero que me había enseñado esa frase y le comenté la situación, dónde estaba, cómo había llegado allí y lo que me disponía a hacer, jugar. Él me dijo "yo no puedo impedir que entres a jugar, es esa puerta la que te puede detener y eres tú mismo quien sabe lo que esa puerta significa"

¿Qué hice a continuación? Os lo dejo a vuestra imaginación. El local y su puerta supongo que sigue allí. Cada una tiene delante "su puerta" Cada uno, ante su puerta, decide atravesarla o dar la vuelta.

Solo decir que grande es a veces el ser humano, casos como este no son nada fácil de imitar, pero vamos por el camino cayéndonos y levantándonos dia a dia. Estos testimonios nos demuestran que se puede detener por completo la enfermedad, gracias por contar tu experiencia castellano, felices 24. Horas.

Hola, Castellano,

pues es cierto que vivencias como las tuyas son las que al fin y al cabo demuestran que hay esperanza para nosotros...gracias por compartirlas , pues si no podría ser mas difícil pensar que en algún momento se le puede dar la vuelta a esto. Pero pienso que yo, personalmente, estoy tan lejos todavía de lo que has podido lograr...y te aseguro que no es por falta de ganas de intentarlo, pero van pasando cosas a veces que para mí son inexplicables. y es necesario hacer ese cambio desde lo mas profundo de uno mismo, pero con el apoyo de las personas que saben mucho mas que uno mismo y nos pueden aconsejar y ayudar tanto en nuestro empeño..Gracias nuevamente

Gracias a vosotros. Vuestros testimonios son ejemplo de lucha contra el enemigo, el juego. No desfallezcáis nunca en vuestro empeño de dejar atrás el mál sueño. El tiempo pasa solo, no hace falta empujarlo. Cuando te quieres dar cuenta miras el calendario y no te lo acabas de creer. Pensamos el futuro y lo vemos muy lejos y sin embargo no lo es tanto. El tiempo es como una botella, empieza con una base ancha. En ella depositamos nuestra niñez. La sensación es que dura muchísimo y parece que nunca se acaba de llegar a la zona donde se empieza a estrechar. Es en ese estrechamiento donde comienza la zona de corto recorrido, la madurez, pues aunque la botella es alargada el líquido sube más rápido. Y por último queda el cuello de la botella, los últimos años de nuestra vida, donde el líquido se mueve muy poco aunque agitemos la botella enérgicamente. El tiempo es la capacidad de la botella y nosotros somos el líquido. Las circunstancias de la vida hacen que la botella se agite con mayor o menor frecuencia. Cuando la botella queda en reposo los posos se asuelan y el líquido se hace más limpio. Ese es el objetivo, hay que dejar reposar la botella. El tiempo es el juez. Castiga si continuamente ve agitación y libera cuando observa reposo. Pedir calma en una vida agitada se nos antoja dificultoso, pero no nos queda otra. O paramos o no conseguimos que asuelen los posos. Nosotros, los que adquirimos el trastorno, estamos obligados a desacelerar nuestra vida, pues es nuestra salvación. No padecemos un trastorno obsesivo ni mucho menos compulsivo. Nuestra actitud ante el acto de jugar siempre es premeditada y planificada, por tanto es posible frenar. Hace falta entrenamiento, sobre todo al principio cuando los deseos de juego se hacen casi irrefrenables. En el caso que puse en el primer post de este hilo se da esta situación. Planifique que el día del cobro iría al bingo y lo lleve a cabo, pero antes de entrar en el local rodee muchas veces la manzana y cuando estaba a punto de entrar realicé la llamada telefónica. La sensación en el viaje de vuelta fue como si hubiera jugado, aunque no lo hice. Llegue muy tarde a casa. Todos dormían. Me quedé a dormir en el patio pues me sentía sucio, no por el hecho de jugar (que no lo hice) sino por haber sido capaz de planificar la situación de juego. Estos fantasmas son los posos del líquido, el tiempo se encarga de asolarlos. Estamos obligados a mirar el futuro sin miedo al paso del tiempo. La botella se llenará queramos o no. Lo importante es que el líquido quede trasparente a diario para que la turbidez no empañe nuestro futuro.