Estrategias para ganar siempre

Cuando jugamos siempre buscamos estrategias para ganar ¿no es cierto?
Soy un poco malvado. Os he puesto este título para llamar la atención. La única estrategia para ganar es "no jugar".
Pero, claro, no voy a inventar un título para decir este perogrullo tan obvio, pues se llaman juegos de azar porque el resultado es siempre aleatorio y por tanto no hay estrategia posible. De lo que quiero escribir aqui es de las estrategias para iniciar y mantener una abstinencia y una rehabilitación en aquellas personas que desean con toda su alma dejar atrás esta pesadilla.
Os cuento una estrategia que a mí me fue muy bien, incluso todavía, despues de muchos años sigo practicando ¿Os gusta escribir?
¿Os apetecería escribir un libro? Mi libro lleva por título "Descarga la mochila". Tiene varios capítulos. El capítulo primero lleva por título "Lo que el juego me da". Os hago un resumen del mismo: El juego me da pérdidas económicas, me da poco o nada de tiempo para estar con mi familia y con mis amigos, me da enojos, irritaciones, ansiedad y hasta unas preciosas varices de estar tanto tiempo con él en malas posturas. El segundo capítulo se titula "Me divorcio del juego". Se resume en que se ha roto el amor de tanto usarlo. Sin él me siento mejor, se tapona el agujero por donde se salía el dinero, me siento agusto pasando más tiempo con familia y amigos, tengo un carácter menos arisco, me siento más tranquilo, y hasta las varices parece que se aflojan un poco.
Luego hay muchos más capítulos, son muchos años ya escribiendo en él, hasta las hojas se han puesto amarillas de envejecimiento. Claro, no os voy a contar todo el libro por razones de espacio y tiempo, pero alguna que otra vez os puedo resumir algún capítulo más. Os aseguro que a pesar de ser casi un autorretrato biográfico hay momentos muy divertidos. Otros no tanto, pues descargar la mochila cuesta bastante.
Atreveos a escribir vuestro autorretrato, es buena estrategia y a mi me funciona.
Abrazos.

Como no tengo sueño y mañana es domingo (sarandonga) os resumo otro capítulo. Se titula "Somos cangrejos?
Este capítulo es uno de los últimos que he escrito. Lo escribí tras un día de pesca de cangrejos en el río. A medida que iba sacando los animales de las cangrejeras los iba depositando en un cesto de esparto que llevaba para tal fín. Mi afan era pescar cuantos más cangrejos mejor y por tanto no le prestaba la más mínima atención al cesto. Cuando consideré que llevaba ya tiempo pescando y que debía dejarlo volví la cabeza y vi que algunos cangrejos se habían salido del cesto. Me quedé unos minutos observando tratando de averiguar lo ocurrido y me quedé perplejo. Algunos cangrejos lograban subir hasta el borde del cesto y una vez allí alargaban sus pinzas y rescataban a otros ayudandoles a salir. Luego me fijé en los que ya habían salido y andaban por el suelo, unos casi enteros, otros con patas o pinzas rotas, algunos muy maltrechos daban tumbos. Miré luego al cesto donde quedaban muchos que no se atrevieron a subir ni siquiera con la ayuda de los que subieron hasta el borde. Prefirieron ser cocinados y degustados.
¿Que tipo de cangrejos somos?
Un abrazo

Muchas gracias por tus aportaciones, abrazos.

Gracias a ti, Onni por leerme y por contestar.

Yo sigo con mi libro porque me ayuda a conocerme y a poder manejar mi vida y mi destino..., me hace mucho bien.

Hablando de manejar se me viene a la memoria un capítulo que titulé "¿Cómo freno si no me alcanzan los pies al suelo?" Lo resumo:
Provengo de familia humilde, con pocos recursos económicos. Mi niñez, aun no pasando hambre, estuvo carente de los típicos juguetes que todo niño desea tener. Pero no importaba, a mí lo que me llamaba más la atención era cuando veía a otros niños conduciendo preciosas bicicletas. Soñaba muchas noches que era rico y me compraba una de ellas. Al despertar, otra vez la frustración de no poseerla. Mi padre tenía una bicicleta vieja, de color negro, muy alta, que utilizaba para ir al trabajo, pero yo no podía manejarla porque no me llegaban los pies al suelo. Cuando mi padre llegaba del trabajo mi primera reacción, después de darle un beso era quedarme "adorando la bici" que estacionaba en el patio de la casa. El se marchaba andando a sus cosas de mayores y yo me quedaba frente a la bicicleta haciendome mil y una preguntas. ¿Cómo podría andar con ese trasto si sólo tenía dos ruedas? ¿No me caeré hacia un lado si lo intento? Y si lo logro ¿Cómo me apañaré para bajarme si no me alcanzan los pies al suelo?
Como yo, de niño, era muy trasto, un día, así sin más, cuando no estaba mi padre, le quite la bicicleta y me dispuse a conducirla. Andando y agarrandola con una mano del manillar y con la otra del sillín, baje con ella hasta un parque que había a pocos metros de mi casa. Allí había unos bancos de piedra que me iban a facilitar la incorporación a mi "fórmula I". Me subí a uno de los bancos y desde él pude sentar mi culo en el sillin de la bici. Con la punta de los dedos de los pies medioalcanzaba a los pedales. Perdí el miedo y di la primera pedalada, comprobando con admiración que no me caía ¡Qué alegría!
Después vino el llanto..., y ahora ¿como paro si no me llegan los pies al suelo? Estuve mas de una hora dando vueltas al parque sin saber cómo parar sin darme un batacazo. Y pensé..."Si el banco me sirvió para arrancar, el banco me ha de servir para frenar" Y así lo hice, reajustando a la menor velocidad posible ajusté la rueda para que pasara lo más cerca posible del banco, pero me ocurría lo mismo que cuando un avión intenta aterrizar con fuerte viento. Siempre me pasaba de frenada y...,otra vez a dar vueltas. De repente se me ocurrió una idea ¿Y si frenaba en seco? ¡Claro, esa era la solución! Y así lo hice, de buenas a primeras metí la zapatilla entre la barra del cuadro y la rueda trasera. La bici derrapo en la tierra, giró 180 grados y quedó frenada. El peso de mi cuerpo hizo desplomarse la bici conmigo encima hacia un lado y pude apoyar el pie en el suelo. Luego sólo me quedó volver andando a casa con la bicicleta agarrada bien fuerte entre las manos. No volví a tomar la bicicleta hasta pasados unos años.
Más tarde, como a todos nos pasa, crecieron las piernas y además tuve dinero para comprarme una bicicleta nueva y a medida. Cuando subí por primera vez en ella, comprobé:
- Que los aprendizajes, por mucho tiempo que pase quedan grabados. No me caí de la bici.
- Que siempre vamos a encontrar una estrategia para lograr algo que deseamos. Subirse al banco de piedra.
- Que siempre vamos a encontrar una estrategia para alejarnos de lo que no deseamos. Meter el pie entre el cuadro y la rueda.
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Si lo deseas puedes completar rellenando nuevos guiones. Seguro que añadiré a mi libro todas tus aportaciones.

Un abrazo.

Hola castellano.

Al parecer somos paisanos, yo nací en un pueblecito de Zamora, aunque desde los tres años siempre he vivido en Valladolid. En estos momentos no recuerdo si alguna vez nos hemos cruzado algún mensaje, tú llevas bastante más tiempo que yo en el foro y recuerdo que escribías de vez en cuando yo empecé a hacerlo y por lo tanto tal vez cruzásemos algunas palabras.
Una estupenda historia la de tu relato, además de tremendamente instructiva. Eso sí, si eso ocurriese hoy en día seguramente le caería alguna que otra reprimenda a tu padre por falta de vigilancia y seguridad, jejeje ¡Si es que ahora nos estamos volviendo de un “blando” que “pa” qué! Un saludo y encantado de tu regreso.
Hasta pronto.

Hola Onni.

Veo que sigues el devenir del foro y que ya has participado doce veces en él, pero el caso es que aparte de que conoces un poco el Forex y que últimamente has tenido o estas teniendo problemas con la ruleta y los casinos online, poco o nada más sabemos de ti y por lo tanto tampoco podremos serte de más ayuda que la que ocasionalmente pueda surgir de forma indirecta.
Si es posible me gustaría que todos pudiésemos conocerte un poquito mejor lo cual seguramente serviría de mejor y más ayuda para todos, al menos más directa a tus problemas en concreto. Un saludo.
Hasta pronto.

Hola paraca, te admiro porque pocos familiares como tú se implican con tanta dedicación y amor en la recuperació de "su ludópata". He leido muchos de tus post y me parecen de lo más positivo que se puede encontrar. Gracias por ayudarnos, porque no sólamente te implicas con tu pareja sino que lo haces con todos nosotros y además con mucha dedicación. Precisamente, en relación a este hilo que abrí hablando de mi libro te comento que un capítulo del mismo está dedicado a mi esposa. Lleva por título "¿Y la famila, qué tal?". Más adelante trataré de hacer un resumen de este capítulo por si puede servir de ayuda.
Aunque lo parezca, por mi nick, no somos paisanos, pues aunque soy castellano soy de la Mancha. Sí, recuerdo que dejé de escribir (en algún hilo lo comenté explicando las razones) y tú acababas de ingresar en el foro. Pero bueno, tras unos años ausente, y aprovechando una baja laboral, como tengo tiempo he vuelto "al redil".
Un abrazo.

Hola castellano.

De la Mancha… ¡¡¡Zasca, en toda la boca!!! Jejeje. Si es que soy la pera limonera, como si solo existiese Castilla y León. ¡Anda queeee… ¡
De todas las maneras encantado igual, a fin de cuentas si algo bueno tiene internet es que nos ha convertido en paisanos a todos los habitantes del mundo.
Hasta pronto.

¿Y la familia qué tal?

Corría la década de los 80. El juego me llevaba enganchado ya cerca de quince años. Las relaciones familiares y sociales, como es de entrever, estaban totalmente deterioradas. Los padres me sufrían el poco tiempo que pasaba en casa porque, como ellos decían "si se hunde el techo no te va a caer encima". Y yo saqueándoles, pues aunque tenía un buen salario en mi trabajo no me daba para el derroche en juego.
¿Paré alguna vez a pensar en los sentimientos de mis padres? No, había que alimentar la adicción. No tenía tiempo de sentarme alguna vez a la mesa a charlar como cuando era un niño. No había tiempo para preocuparme por sus problemas. ¡Bastante tenía yo con los míos!
Amigos de infancia tuve muchos porque yo era muy extrovertido con facilidad de relación. Pero por esos años me convertí en "El llanero solitario". Había que alimentar la adicción, no tenía tiempo para quedar con algún amigo a tomar un café, a preocuparme por sus problemas ¡Bastante tenía yo con los míos!
¿Paré alguna vez a pensar en los sentimientos de mis amigos?
Más tarde conocí una chica con la que me casé. Recuerdo los primeros días de relación. Ella me decía "no quiero un hombre romántico, ni sexy ni con dinero. Lo único que le pido es que me dé paz" ¡Y, vaya si le di paz! No estaba nunca con ella. ¿Paré alguna vez a pensar en los sentimientos de mi esposa?
No. Había que alimentar la adicción. No había tiempo para preocuparme por sus problemas. Bastante tenía yo con los míos.
Tuvimos dos hijos a los que adoraba "a mi manera". Crecieron a las faldas de su madre. Cuando yo llegaba a casa estaban ya durmiendo. Algún domingo mi mujer me convencía para salir con los niños al campo, y yo, refunfuñando, aceptaba. Allí se me hacían las horas eternas pues no podía alimentar la adicción.
¿Paré alguna vez a pensar en los sentimientos de mis hijos? Creo que la respuesta está clara.
Cuando contraemos la adicción nos transformamos no haciéndoles entender a quienes nos aman que tanta entrega, tanta ayuda, tanto esfuerzo, tanto cariño y atención por su parte parece que van al cubo de la basura, estando nosotros ausentes emocional y físicamente para ellos. Entregamos migajas de amor, cada vez menos frecuentes y más escasas, alimentamos la adicción para continuar viviendo nuestra tormentosa vida y haciéndosela más difícil a ellos.
Continuará...

Este capítulo se lo dedico a mi familia, padres, esposa e hijos y a mis amigos.

El resumen del capítulo se lo dedico a paraca como comprometido esposo de su pareja.

Un abrazo.

¡¡Ay! Castellano, castellano… ¡Como me suena todo eso! Tal y como si lo hubiese vivido en mis carnes que diría el otro. Por cierto, gracias por la dedicatoria.
Hasta pronto.