AYER Y MAÑANA

Mi mano temblorosa por el peso de mis culpas, desempañaba con movimientos torpes el cristal del ventanal de aquel cuarto. Mis ojos cansados y vidriosos por el llanto contenido, veían un futuro incierto. El sol, permanecía oculto entre negros nubarrones, incapaz de encontrar un hueco por el que asomar sus luminosos rayos. Yo seguía cruzado de brazos, pensando una vez más.

De repente me sentí sólo, hundido, abatido. Hacía pocas horas que mi familia supo de mi adicción al juego. Como ausente mis pasos se dirigieron hacia .... ningun sitio. Intentaba ordenar mis ideas, pero todo era inutil. Una sóla frase martilleaba una y otra vez mi cerebro. "Había destrozado mi vida y mi familia". En mi desolación volví la vista atrás y analicé mi vida de estos últimos años. Había gastado mucho dinero. Había mentido hasta la saciedad para satisfacer mis deseos de jugar. Me había despreocupado de mi familia, no queriendo saber nada de los muchos problemas que mi mujer tenía para sacar la casa y la familia adelante. No me había impòrtado ni mis hijos, ni sus problemas. Una sóla idea se había adueñado de mi vida, anulando sentimientos, razón y voluntad y no era otra sino jugar, jugar y jugar.

En mi desesperación, muchas soluciones, algunas de ellas bordeando la locura, habían pasado por mi mente, pero no tenía el valor necesario. Fuí un cobarde para dejar de jugar y seguía siendo un cobarde. Incapaz de soportar la mirada angustiosa de mis seres queridos, abandoné el domicilio en busca de algo,... no sabía de que, pero ansiaba de una mano amiga, de una frase que llevase algo de paz a mi corazón. Sin saber como, me vi llorando como un niño y en mi desesperación me acordé de Aquel que nunca te abandona, de Aquel que siempre está a tu lado aunque tu le des la espalda.

Pédí ayuda y comprensión porque necesito y quiero salir de esta verguenza, que me destroza, de esta degradación que me consume, de este aislamiento en el que estoy hundido por culpà del juego. No puedo prometer nada, para que, que valor puede tener ahora mi palabra, solo ofrezco mis deseos de querer dejar de jugar. Acudí a una Asociación, que me enseñaron a comprender que la sobra que yo veía en mi vida no era sino la luz que no veía. Hoy, transcurridos 13 años, soy feliz, disfruto con la compañia familiar, a gozar con las cosas pequeñas que definen la armonía familiar.

Sé y lo tengo perfectamente asumido que me queda mucho camino por recorrer, que sigo siendo un enfermo. Es posible que algún día venga a vosotros con la pena de la recaida,... no lo sé... no sé lo que la vida me tiene reservado, lo que si sé es que Hoy, he empezado a comprender que solo nace el vacio en nuestras vidas cuando muere la esperanza y Hoy tengo enorme esperanza en mi futuro.

Hola MenteSana:

Te comprendo porque esa misma pena que arrastras la llevamos muchos de nosotros encima.

Tus mensajes son constantemente de esperanza y siempre espero que algún jugador o familiar con problemas los lea.

Me llenan de paz porque los escribes con tu corazón, mi corazón y los de otros muchos jugadores. Expresas sentimientos que son universales en nuestro mundo del juego pero que pocos sabemos describir con la serenidad y paz espiritual con que tú lo haces.

Yo también sé una cosa, Hoy no has jugado, yo tampoco ni ninguno de nuestros amigos del foro.
Mañana seguiremos en el frente de batalla de nuestra guerra particular contra esta adicción y seguro que tampoco lo haremos. Tenemos tanto que perder que no merece la pena hacerlo ¿verdad?.

Un abrazo amigo mío.