ATRAPADO POR LA RED

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Adicto a las apuestas online. Este joven llegaba a gastarse el sueldo íntegro en los juegos de azar. Empezó como un entretenimiento, pero necesitaba seguir cada vez que ganaba. Ahora lleva diez meses en Amalajer intentando salir de lo que para él fue un infierno.

Laopinióndemálaga.es | 03 de octubre de 2010

CARMEN ROMERA. MÁLAGA «Perdía horas de sueño y en verano ya no iba a la playa ni salía con mis amigos. Sólo quería quedarme apostando delante del ordenador. Y si mi familia me llamaba para ir a comer a algún lado les decía que no». Este es el testimonio de Manuel (nombre ficticio), un joven que estuvo tres años enganchado a las apuestas online, especialmente en eventos deportivos.

Nunca ha probado el alcohol ni las drogas, pero podía llegar a gastarse su sueldo íntegro en los juegos de azar. «Al principio empieza como un juego. Los dos primeros años no habían ningún problema pero luego se hace más gordo y te das cuenta de lo que te está ocurriendo, pero no lo reconoces hasta que tu familia te descubre o debes dinero», asegura este joven, quien intentó poner remedio a esta enfermedad a través de Amalajer, donde lleva diez meses en los que ya nota que «se ha normalizado todo».

Los desencadenantes, según explica, pudieron ser la separación de sus padres, el cambio de irse a estudiar fuera de casa o el no tener un poco de ambiente social, lo que le hacía encerrarse y buscar dinero fácil. «Me sentía bien aunque luego era todo una mierda, pero hacía que me evadiera de los problemas», explica.

Hasta un día entero podía estar delante del ordenador, sobre todo los domingos, que eran las jornadas deportivas. «Una vez que ganaba tenía la necesidad de seguir apostando. Es como si a un ratón le pones una jaula con comida y sucede que siempre volverá a por ella. Yo veía que se podía ganar y continuaba. Sobre todo en los últimos meses, cuando la desesperación te hacía jugar más aún».

En el caso de perder, intentaba conseguir dinero «por cualquier medio». «Le pedía dinero a gente con la que apenas tenía confianza, algo que hoy por hoy sería impensable, aunque había días que si no tenía liquidez, intentaba distraerme con otras actividades», recuerda. «Yo padecí la adicción en sí pero no tuve problemas como ansiedad o depresión, aunque sí es verdad que te acuerdas mucho y siempre tenía ganas de apostar», añade.

Ahora nunca lleva dinero encima, ya que forma parte de su terapia de recuperación. «Para mí, no llevar dinero era algo impensable, pero me han hecho ver que sin dinero se puede hacer todo lo que uno quiera. Se puede pasar bien, salir, pasear. Antes me llevaba dinero para desayunar en la universidad y ahora me llevo el bocata de casa, o me llevaba un euro a la playa para comprar una botella de agua y ahora me la llevo de casa. Así se evitan muchas tentaciones», señala. Junto con el apoyo de su madre, que lo acompaña a las terapias, está reconstruyendo su vida.