Los Juegos de Azar: Suerte Vs. Habilidad

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Los Juegos de Azar: Suerte Vs. Habilidad

eldiariodeljuego.com.arg | Albertina Dore * | 25/11/2010

La polémica en torno a las máquinas de azar o de destreza en varios países latinoamericanos pone sobre el tapete un aspecto para nada menor de la discusión. En la mayoría de éstos casos está prohibida la explotación de juegos de azar –como las tragamonedas- fuera de los establecimientos habilitados. Razón por la cual, clasificar a las tragaperras como máquinas de habilidad se ha convertido en una estrategia aplicada por los comerciantes para explotar y lucrar a través de este circuito informal de juego y apuestas.




El negocio montado con las reconocidas máquinas de destreza ha abierto una nueva polémica en el mercado de la industria de los juegos de azar en Latinoamérica, que podría definirse en primera instancia, como de carácter semántica o conceptual.

La primera diferencia que debería establecerse antes de categorizar este tipo de máquinas, es distinguir entre juegos de azar y de destreza. A pesar de las divergencias normativas de cada país, el problema central respecto a esta disyuntiva está en que en general no existe una normativa que clasifique de manera específica ambas modalidades. Este simple hecho, es el que en muchos casos, permite que se tergiverse la reglamentación de acuerdo a intereses comerciales. Y desde allí, se pretenda denominar de manera generalizada a las máquinas electrónicas, pretendiendo simular que las máquinas de azar que se comercializan en realidad son de destreza o habilidad.

Los formatos lúdicos mas conocidos son los famosos pinball, la cascada, garage, stacker, copy cat y froggit, entre otras; las clásicas que por ejemplo pueden verse en los famosos videojuegos de Argentina o en distintos tipos de comercios en Chile, donde también se ofrecen para la venta en sitios comerciales de internet. Quienes las explotan argumentan que su negocio es lícito porque, según sostienen, en este tipo de juegos lo único que se mide y pone a prueba es la destreza del jugador sin que medie la suerte o el azar. La habilidad desarrollada por el protagonista cuando juega es la principal excusa o justificativo interpuesto por quienes clasifican esta modalidad de entretenimiento por fuera de los juegos de azar. Hay quienes, sin embargo, sostienen que no existen máquinas exclusivamente de destreza porque todas contienen algún componente de azar, por lo tanto, deberían ser prohibidas.

Estos entretenimientos electrónicos denominados como juegos de destreza, o bien no están reglamentados por ley en Latinoamérica o bien el permiso de funcionamiento depende de la autorización de las autoridades municipales, como es el caso de Chile, donde actualmente se ha instalado una fuerte polémica en torno a este tema. El conflicto en el país andino radica en que para que estas máquinas sean habilitadas legalmente deben ser sometidas a un control técnico por la Superintendencia de Casinos de Chile que acredite que realmente son de destreza y no de azar; sin embargo, es muy difícil establecer parámetros de fiscalización que las distingan, ya que todas estas máquinas poseen complementos que mezclan azar y destreza. Situación que recurrentemente permite el funcionamiento de máquinas tragamonedas.

En santiago, por ejemplo, no se puede ejercer actividad comercial de giro "máquinas de juego" sin patente municipal que lo habilite, y sin la debida documentación que pruebe que esas máquinas corresponden a juegos de destreza, como lo reglamente la normativa legal y municipal. Y casi lo misma normativa rige para el resto de las municipalidades. En muchas otras comunas del litoral central, las autoridades municipales han decidido otorgar permisos para la instalación de estas máquinas en diferentes locales comerciales. Y actualmente se espera una entrada masiva de estos artefactos al país, especulación que ha generado un fuerte debate acerca de una regulación específica de la actividad a corto plazo.

Como la legislación actual, en el caso chileno, no incluye este tipo de artefactos, ante la proliferación de los centros de juegos, las municipalidades se vieron forzadas a emitir ordenanzas que regulen la actividad de estos establecimientos. Muy diferente es el caso argentino, específicamente en la provincia de Buenos Aires, donde la definición jurídica en base a los juegos de azar es más específica y no da lugar a ambigüedades; la Ley 13.470 de Prevención y Represión del Juego Ilegal considera juegos de azar a todo tipo de juego y/o actividad de carácter lúdico, que se realice a través de procedimientos manuales, mecánicos, electromecánicos, electrónicos, informáticos y/o cualquier otro medio, cuyo resultado dependa exclusivamente o predomine el azar, la suerte o la destreza y se apueste en dinero o valores para obtener premios de cualquier especie y naturaleza. Por lo tanto, en los términos de la presente norma la destreza desarrollada por el jugador para ganar es una cualidad y característica que media en el resultado de la jugada y por tanto, se incluye en la categoría de juegos de azar.

Más allá de la jurisprudencia específica del juego en Buenos Aires, si se considera que de manera general la ley contempla que la clasificación de juegos de azar debe incluir álea -azar- y onerosidad -ganancia para alguna de las partes-, donde lo que caracteriza al juego es el hecho de ganar o perder, entonces los juegos de destreza como la famosa cascada que funciona en videojuegos es un auténtico juego de azar. Desde el Derecho Civil Privado, se establece que el contrato de juego es aquel en el que interviene por lo menos una persona de los que están jugando -como es el caso típico de los naipes-; la característica esencial entonces es que se desarrollan de forma participativa y presencial, como el caso de todas las máquinas electrónicas de juego.

Esta disyuntiva conceptual en torno a las diferencias respecto de los juegos de azar y de destreza, en realidad disimula dos cuestiones de fondo: el interés lucrativo de quienes explotan estas máquinas o participan indirectamente de su circuito comercial y la precariedad legislativa en torno a la reglamentación de esta actividad. Mientras en muchos países vecinos la ausencia de una norma restrictiva permite la consolidación de actividades inseguras o informales porque de alguna no está limitado, todo principio básico de las leyes del juego en Buenos Aires, a diferencia de todos los otros ámbitos, se sostiene en el argumento jurídico de que todo lo que no está regulado está prohibido. Esta particularidad intrínseca que se manifiesta de manera exclusiva en materia de juegos de azar en territorio bonaerense, no sólo resguarda la potestad y autonomía del Estado respecto al monopolio que tiene sobre el desarrollo de la actividad, sino que indirectamente actúa como un mecanismo de prevención o resguardo frente a eventuales e imprevistos hechos de ilegalidad o transgresión.


* La autora es periodista de investigación, especializada en juegos de azar. Desarrolla sus investigaciones en la Argentina y especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 60 % del juego por dinero de la República Argentina, y se juegan, en todo concepto, alrededor de 2.000 millones de dólares por año.